viernes, 28 de octubre de 2011

Habitual

Se había caracterizado por su alegría. Pero, tal como decían sus amigos, últimamente se comportaba de manera extraña. Se había vuelto reservado y agresivo. Había dejado de sonreír. Constantemente se iba. Su cuerpo permanecía quieto, pero su mente se alejaba, recorriendo caminos que sólo él conocía. Pero quizá sus amigos se equivocaban. Quizá ahora no se comportaba de manera extraña. Quizá se había comportado como un extraño por años y sólo ahora venía a comportarse de manera normal. Normal, como era realmente. En verdad, había decidido quitarse la máscara que había usado toda su vida. Los demás se habían acostumbrado a una forma que no era él y por eso ahora les resultaba diferente.
A pesar de estar extrañados, sus amigos desconocían el desenlace de todo. Sucedió un día mucho después. Las rarezas, a fuerza de rutina, poco a poco se convertían en normalidad. Y su comportamiento, reservado y agresivo ya no resultaba tan intrigante.
Estaban reunidos en un pequeño salón, como solían hacerlo normalmente. Él también estaba, sentado en una esquina, y no había hablado nada en toda la tarde. Y el día se desarrollaba de manera habitual, sin eventos fuera de lo común que en definitiva, lo obligaban a quedar en el olvido. Después de todo, son los hechos extraordinarios los que ayudan a grabar en la memoria los días. De lo contrario, pasan inadvertidos y la vida continúa normal.
Afuera llovía torrencialmente, por lo que habían cerrado la puerta y las ventanas para evitar que el agua entrara a la habitación. De repente, un relámpago iluminó todo con una enceguecedora luz, seguido casi al instante por un ensordecedor trueno. Las luces se apagaron por unos instantes, pocos segundos, antes que regresaran acompañadas por el habitual sonido de la planta de energía de emergencia. Pero él ya no estaba allí. Extrañados comenzaron a buscarlo por todos lados. Pero les resultaba absurdo. La luz se había ido por segundos. Ese tiempo no era suficiente para que él llegase siquiera hasta la puerta de la habitación sin ser visto. Además, ni esta ni las ventanas se había abierto en el breve momento que todo duró. Había estado allí sentado y segundos después, como sí nada, se había ido. Reunieron sus versiones del momento, tratando de reconstruir de manera fiel aquellos instantes. Pero pronto la historia se fue llenando de elementos fantasiosos, impuestos por sus mentes, que, anonadada y confundida, no logró actuar de manera normal. Quizá lo que se cuenta aquí ocurrió de manera diferente. Pero nunca se volvió a saber nada de él.

3 comentarios:

  1. Excelente. Un cuento fantástico con todas las letras.
    Me gusta el juego de lo normal-habitual contrastando con el género del cuento y su desenlace.

    Saludos

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  2. Extraordinaria la relación entre "normal" y "habitual", un cuento de esos maravillosos que logran expresar más allá de lo que escriben; en la intrínseca sabiduría de tus letras uno encuentra el lugar para desarrollar una interpretación propia, donde sobran las palabras porque todo está dicho en el argumento, en sus movimientos.

    "Las rarezas, a fuerza de rutina, poco a poco se convertían en normalidad", esa frase lo dice todo.

    te felicito Camilo, has escrito un cuento fantástico, sublime.

    Muchas gracias por compartirlo, un fuerte abrazo.

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  3. Lucas Fulgi: El desenlace pudo ser diferente. Pero este relato es, precisamente, una idea suelta que llegó a mi mente un día cualquiera y la plasmé tal y como era. Pero veo que le gustó el final que tuvo, a pesar que a mí, personalmente, al principio no me convencía. Gracias por comentar.
    Juan Ojeda: A primera vista, la repetición de "normal" y "habitual" parece ser demasiado redundante. Solo leyendo se da uno cuenta que le agregan una carga emocional, un frenesí necesario. Me alegra tener ya una cita extraída de mis textos. Gracias por comentar.

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